FFFFIESTA
adopatar animales
Clendario q me han obligado
Calendario del insti:
fotos
si quereis ver algunas fotos q tengo es esto:
taco |
viernes, 12 de marzo de 2010
Lo q mas nos preocupa¡¡¡¡ (según ellos)
Los ocho grandes problemas que amenazan a los jóvenes españoles
Paro, fracaso escolar, subcualificación, malos hábitos, unas pensiones tardías... el escenario para los jóvenes españoles es malo y la tendencia es a empeorar
La crisis económica también es una crisis política y valores, también social, educativa y de estructura nacional. Pero ¿quiénes van a salir peor parados? ¿quiénes están ya sufriendo las consecuencias de una sociedad que coarta sus necesidades de crecimiento, de desarrollo, de emancipación personal?: los jóvenes.
Los grandes problemas a los que se enfrentan los jóvenes cuando tienen que dejar el hogar paterno son numerosos y no plantean un panorama nada halagüeño. Repasamos los ocho problemas que amenazan a nuestros jóvenes.
1.- El paro juvenil. La tasa de paro juvenil en España está alcanzando cotas verdaderamente preocupantes: uno de cada cuatro jóvenes está en situación de desempleo. De hecho, la tasa llega al 33,6% y ya suma la cuarta parte del paro juvenil de la eurozona, según los datos hechos públicos por Eurostat el pasado 23 de julio de 2009.
En el conjunto de la zona euro, el desempleo entre los ciudadanos con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años alcanzó en el primer trimestre de 2009 los 3,11 millones de personas, lo que supone una tasa de paro juvenil del 18,4%; mientras que en España este desempleo alcanzó la cifra de 789.000 personas.
2.- Los ‘ni-ni’. Ni estudian ni trabajan, así se conocen al sector de jóvenes que no ha conseguido acceder al mundo laboral pero tampoco está formándose para acometer su vida laboral porque ya los ha realizado o porque pretende iniciar su incursión en un trabajo.
España presenta uno de los porcentajes más elevados de adolescentes o jóvenes que ni estudia ni trabaja. Este hecho disminuye también la edad de incorporación a la delincuencia.
La última encuesta de Metroscopia, es decir del grupo PRISA, señalaba que el 54% de los españoles situados entre los 18 y 34 años afirmaba que no tenía proyecto alguno por el que sentirse especialmente interesado o ilusionado.
3.- El fracaso escolar. Las cifra de fracaso escolar en España es del 31%. Ese dato nos muestra el abandono escolar temprano, es decir, personas que dejan de estudiar cuando tan sólo tienen la educación secundaria. Prestigiosos estudios como el Informe PISA, elaborado por la OCDE; el más reciente de la Comisión Europea, que concluye que cuatro de cada diez alumnos no acaba el Bachillerato en España; o el informe Magisterio 2008, que indica que uno de cada tres alumnos lo deja tras la ESO, entre otros, dan buena cuenta del comprometido panorama educativo español.
El punto de inflexión de este abandono escolar, que es uno de los indicadores estructurales de la Comisión Europea, es el año 2000 (sistema LOGSE). En 1992 la media de abandono era del 41%. Hasta el 2000 España mejoró en 12 puntos (28,9%) y a partir de esa fecha empeoraron los resultados. En 2008 el porcentaje estaba en el 31,15%. En este sentido, hay que tener muy en cuenta que el bajo rendimiento escolar alimenta el paro.
Además, este hecho tiene repercusión en la universidad. El fracaso escolar y el abandono escolar temprano tienen una prolongación en el mundo universitario, con efectos sobre el sistema económico.
4.- La ocupación sobrecualificada. El 20% de la gente joven trabaja en puestos de trabajo que les exige menos capacidad que la preparación que han tenido. Este dato no es baladí, sobre todo en el grupo de jóvenes los universitarios que son los que tienen un peor ratio con más de uno de cada cuatro colocado en un puesto que desaprovecha su formación.
El panorama es grave porque el paro juvenil es del 34% y en el 26% de jóvenes el Estado ha invertido grandes sumas de dinero formándolos para luego desaprovecharlos lo cual es una merma para el país. A esto hay que sumarles los ‘ni-ni’ lo cual revela que más del 60% de los jóvenes está en una situación precaria. Además, el alto porcentaje de fracaso escolar constata que las próximas generaciones no podrán mejorar esta realidad social.
El actual sistema productivo en España no extrae un óptimo rendimiento de la cualificación de los jóvenes en sus puestos de trabajo. Para casi un 35% de ellos existe una brecha entre su nivel de preparación y el que se necesita en su actual empleo, con el consiguiente desaprovechamiento de capital humano.
Los datos referentes a La sobrecualificación de los jóvenes, un estudio del Observatorio de la Inserción Laboral de los Jóvenes Bancaja-Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas), publicados en el cuaderno de Capital Humano de marzo de 2007, son preocupantes en tanto que muestran algunas de las razones de la ‘fuga de cerebros’ españoles al extranjero y la baja productividad española.
5.- La cultura y los hábitos. España no goza de una educación fomentada en la cultura del esfuerzo. En este sentido, los jóvenes tienen unos hábitos de vida que pasarán factura cuando la persona esté en la plenitud de la vida: propensión a consumir alcohol y drogas, pérdida de audición debido al gran uso de auriculares, vida nocturna, relaciones sexuales anticipadas lo cual conlleva el desarrollo de enfermedades de diversa índole y embarazos no deseados, embarazos no deseados en chicas que acabarán abortando con el consabido coste psicológico que se paga.
Educar en valores no es tarea fácil dados los tiempos que corren. Transmitir a nuestros hijos, por ejemplo, la idea de que el esfuerzo es necesario para su formación integral, para construir su personalidad, se estrella en demasiadas ocasiones con el modelo de sociedad que proyectan los medios de comunicación -especialmente la televisión- y fomentan incluso las administraciones.
Se trata de un modelo basado en no renunciar a nada, vivir sin complicarse la vida y esquivar el esfuerzo, que es la mejor forma de medir la felicidad en términos de placer inmediato, aunque lleve aparejados la pereza, el egoísmo y, a la larga, el fracaso.
6.- Las pensiones. Los jóvenes de hoy en día tendrán que trabajar más tiempo y alargar su vida laboral.
El Gobierno socialista recientemente propuso retrasar la jubilación a los 67 años. Coincidiendo con la cumbre de Davos que reunió al Foro Económico Mundial, el presidente Rodríguez Zapatero anunció que el Consejo de Ministros aprobaría una reforma del sistema de pensiones que alargará en dos años la vida laboral a las personas que nacieron después de 1959.
El progresivo envejecimiento de España (y Europa) y un considerable descenso de la población activa se han convertido en dos de las principales barreras para el crecimiento económico del Estado, que cada vez se hace más viejo y más pobre.
Para el 2025 la media de edad de la UE-27 llegará a los 45 años para esas fechas y la de Japón a los 50; mientras que Brasil rondará los 34 años de media, el conjunto de países del BRIC (Brasil, China, India y Rusia) estará en los 37; y China y Estados Unidos en los 39.
7.- El endeudamiento. Tenemos una economía insolidaria con el futuro. Las cifras del endeudamiento del Estado español representa el 34% del PIB, algo que la mayoría de países desearían. Pero el desarrollo de la realidad –y ya estamos sufriendo las consecuencias con el planteo de alargar la vida laboral para retrasar las pensiones- indica que esto va a cambiar radicalmente y de manera acelerada como consecuencia del envejecimiento de la población. España pasará a ocupar el primer lugar en cuanto a su deuda por este motivo.
Al actuar sin pensar en el futuro a medio y largo plazo, al no querer abordar el problema de nuestro futuro económico, seriamente comprometido, lo que se está haciendo es pasar una pesada carga a nuestros hijos y nietos.
8.- Medio ambiente. Los jóvenes de hoy en día no solo van a enfrentarse a un ecosistema mermado sino que la desprotección que sufre el paisaje en la actualidad o las condiciones pésimas de algunos entornos legarán una herencia de difícil recepción para las futuras generaciones.
El líder de Unió y portavoz en el Congreso de los Diputados de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, lo definió perfectamente este miércoles 17 de febrero cuando afirmó: “es la hora de pensar más en las futuras generaciones que en las futuras elecciones”. No se puede decir más claro.
viernes, 5 de marzo de 2010
Aqui os dejo algunos pasajes de la biblia
[1]Puesto que muchos emprendieron la tarea de relatar los sucesos que nos han acontecido,[2]tal como nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales y servidores de la Palabra,[3]también yo he pensado, ilustre Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio;[4]así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido.[5]En tiempo de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías; su mujer era descendiente de Aarón y se llamaba Isabel.[6]Los dos eran rectos a juicio de Dios y procedían sin falta, de acuerdo con los mandatos y preceptos del Señor.[7]No tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos de edad avanzada.[8]Una vez que, con los de su grupo, oficiaba ante Dios,[9]según el ritual sacerdotal, le tocó entrar en el santuario para ofrecer incienso.[10]Mientras todo el pueblo quedaba fuera orando durante la ofrenda del incienso,[11]se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso.[12]Al verlo, Zacarías se asustó y quedó desconcertado.[13]El ángel le dijo: ---No temas, Zacarías, que tu petición ha sido escuchada, y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien llamarás Juan.[14]Te llenará de gozo y alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento.[15]Será grande a juicio del Señor; no beberá vino ni licor. Estará lleno de Espíritu Santo desde el vientre materno[16]y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios.[17]Irá por delante, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos, a los rebeldes con el sentir de los honrados; así preparará para el Señor un pueblo bien dispuesto.[18]Zacarías respondió al ángel: ---¿Qué garantía me das de eso? Pues yo soy anciano y mi mujer de edad avanzada.[19]Le replicó el ángel: ---Yo soy Gabriel, que sirvo a Dios en su presencia: me ha enviado a hablarte, a darte esta Buena Noticia.[20]Pero mira, quedarás mudo y sin poder hablar hasta que eso se cumpla, por no haber creído mis palabras que se cumplirán a su debido tiempo.[21]El pueblo aguardaba a Zacarías y se extrañaba de que se demorase en el santuario.[22]Cuando salió, no podía hablar, y ellos adivinaron que había tenido una visión en el santuario. Él les hacía señas y seguía mudo.[23]Cuando terminó el tiempo de su servicio, volvió a casa.[24]Algún tiempo después concibió Isabel su mujer, y se quedó escondida cinco meses, en ese tiempo pensaba:[25]---Así me ha tratado el Señor cuando dispuso remover mi humillación pública.[26]El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,[27]a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María.[28]Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: ---Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.[29]Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquél.[30]El ángel le dijo: ---No temas, María, que gozas del favor de Dios.[31]Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.[32]Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,[33]para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin.[34]María respondió al ángel: ---¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón?[35]El ángel le respondió: ---El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios.[36]Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses.[37]Pues nada es imposible para Dios.[38]Respondió María: ---Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue.[39]Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea.[40]Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.[41]Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo,[42]exclamó con voz fuerte: ---Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.[43]¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?[44]Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre.[45]¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció.[46]María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor,[47]mi espíritu festeja a Dios mi salvador,[48]porque se ha fijado en la humildad de su esclava y en adelante me felicitarán todas las generaciones.[49]Porque el Poderoso ha hecho proezas, su nombre es sagrado.[50]Su misericordia con sus fieles continúa de generación en generación.[51]Su poder se ejerce con su brazo, desbarata a los soberbios en sus planes,[52]derriba del trono a los potentados y ensalza a los humildes,[53]colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.[54]Socorre a Israel, su siervo, recordando la lealtad,[55]prometida a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y su linaje por siempre.[56]María se quedó con ella tres meses y después se volvió a casa.[57]Cuando a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, dio a luz un hijo.[58]Los vecinos y parientes, al enterarse de que el Señor la había tratado con tanta misericordia, se congratulaban con ella.[59]Al octavo día fueron a circuncidarlo y lo llamaban como a su padre, Zacarías.[60]Pero la madre intervino: ---No; se tiene que llamar Juan.[61]Le decían que nadie en la parentela llevaba ese nombre.[62]Preguntaron por señas al padre qué nombre quería darle.[63]Pidió una tablilla y escribió: ---Su nombre es Juan. Todos se asombraron.[64]Al punto se le soltó la boca y la lengua y se puso a hablar bendiciendo a Dios.[65]Toda la vecindad quedó sobrecogida; lo sucedido se contó por toda la serranía de Judea[66]y los que lo oían reflexionaban diciéndose: ---¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor lo acompañaba.[67]Su padre Zacarías, lleno de Espíritu Santo, profetizó:[68]Bendito el Señor, Dios de Israel, porque se ha ocupado de rescatar a su pueblo.[69]Nos ha suscitado una eminencia salvadora en la Casa de David, su siervo,[70]como había prometido desde antiguo por boca de sus santos profetas:[71]salvación de nuestros enemigos, del poder de cuantos nos odian,[72]tratando con lealtad a nuestros padres y recordando su alianza sagrada,[73]lo que juró a nuestro padre Abrahán, que nos concedería,[74]ya liberados del poder enemigo, servirle sin temor en su presencia,[75]con santidad y justicia toda la vida.[76]Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque caminarás delante del Señor, preparándole el camino;[77]anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de los pecados.[78]Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará desde lo alto un amanecer[79]que ilumina a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, que endereza nuestros pasos por un camino de paz.[80]El niño crecía, se fortalecía espiritualmente y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó a Israel.
Lucas, capítulo 2
[1]Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo inscribirse en un censo.[2]Éste fue el primer censo, realizado siendo Quirino gobernador de Siria.[3]Acudían todos a inscribirse, cada uno en su ciudad.[4]José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén --pues pertenecía a la Casa y familia de David--,[5]a inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.[6]Estando ellos allí, le llegó la hora del parto[7]y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada.[8]Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los rebaños a la intemperie.[9]Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos se aterrorizaron.[10]El ángel les dijo: ---No temáis. Mirad, os doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo:[11]Hoy os ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor.[12]Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.[13]Al instante se junto al ángel una multitud del ejército celeste, que alababan a Dios diciendo:[14]---¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres que él ama![15]Cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían: ---Crucemos hacia Belén, a ver lo que ha sucedido y nos ha comunicado el Señor.[16]Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.[17]Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño.[18]Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores.[19]Pero María lo conservaba y meditaba todo en su corazón.[20]Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado.[21]Al octavo día, al tiempo de circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido.[22]Y, cuando llegó el día de su purificación,[23]de acuerdo con la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentárselo al Señor, como manda la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor;[24]y para hacer la ofrenda que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.[25]Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba la liberación de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo.[26]Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor.[27]Movido, por el mismo Espíritu, se dirigió al templo. Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo mandado en la ley,[28]Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:[29]Ahora, Señor, según tu palabra, dejas libre y en paz a tu siervo,[30]porque mis ojos han visto a tu salvador,[31]que has dispuesto ante todos los pueblos[32]como luz revelada a los paganos y como gloria de tu pueblo Israel.[33]El padre y la madre estaban admirados de lo que decía acerca del niño.[34]Simeón los bendijo y dijo a María, la madre: ---Mira, éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida[35]y así quedarán patentes los pensamientos de todos. En cuanto a ti, una espada te atravesará el corazón.[36]Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, casada en su juventud había vivido con su marido siete años,[37]desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos.[38]Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos aguardaban la liberación de Jerusalén.[39]Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.[40]El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y el favor de Dios lo acompañaba.[41]Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén.[42]Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre.[43]Al terminar ésta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran.[44]Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos.[45]Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén.[46]Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.[47]Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas.[48]Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo: ---Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.[49]Él replicó: ---¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?[50]Ellos no entendieron lo que les dijo.[51]Regresó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.[52]Jesús progresaba en [el] saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.
Lucas, capítulo 3
[1]El año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítida, y Lisanio tetrarca de Abilene,[2]bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, la Palabra del Señor se dirigió a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.[3]Juan recorrió toda [la] cuenca del Jordán predicando un bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados,[4]como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos.[5]Todo barranco se rellenará, montes y colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará[6]y verá todo mortal la salvación de Dios.[7]A la multitud que había salido a que la bautizara le decía: ---¡Raza de víboras! ¿Quién os ha enseñado a escapar de la condena que se avecina?[8]Dad frutos válidos de arrepentimiento y no os pongáis a deciros: Nuestro padre es Abrahán; pues yo os digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos para Abrahán.[9]El hacha está ya aplicada a la cepa del árbol: árbol que no produzca frutos buenos será cortado y arrojado al fuego.[10]Entonces le preguntaba la multitud: ---¿Qué debemos hacer?[11]Les respondía: ---El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; otro tanto el que tenga comida.[12]Fueron también algunos recaudadores a bautizarse y le preguntaban: ---Maestro, ¿qué debemos hacer?[13]Él les contestó: ---No exijáis más de lo que está ordenado.[14]También los soldados le preguntaban: ---Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: ---No maltratéis ni denunciéis a nadie y contentaos con vuestra paga.[15]Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías,[16]Juan se dirigió a todos: ---Yo os bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no tengo derecho para soltarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.[17]Ya empuña el bieldo para aventar su era: reunirá el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga.[18]Con otras muchas palabras anunciaba al pueblo la Buena Noticia.[19]El tetrarca Herodes, reprendido por Juan por el asunto de Herodías, su cuñada y por los demás crímenes cometidos,[20]añadió a todos el de encerrar a Juan en la cárcel.[21]Todo el pueblo se bautizaba y también Jesús se bautizó; y mientras oraba, se abrió el cielo,[22]bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma y se escuchó una voz del cielo: ---Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto.[23]Cuando Jesús empezó su ministerio tenía treinta años y pasaba por hijo de José, que era hijo de Elí,[24]Elí hijo de Matat, Matat hijo de Leví, Leví hijo de Melquí, Melquí hijo de Janay, Janay hijo de José,[25]José hijo de Matatías, Matatías hijo de Amós, Amós hijo de Nahún, Nahún hijo de Esli, Esli hijo de Nagay,[26]Nagay hijo de Maat, Maat hijo de Matatías, Matatías hijo de Semeín, Semeín hijo de Josec, Josec hijo de Jodá,[27]Jodá hijo de Joanán, Joanán hijo de Resá, Resá hijo de Zorobabel, Zorobabel hijo de Salatiel, Salatiel hijo de Nerí,[28]Nerí hijo de Melquí, Melquí hijo de Adí, Adí hijo de Cosán, Cosán hijo de Elmadán, Elmadán hijo de Er,[29]Er hijo de Jesús, Jesús hijo de Eliezer, Eliezer hijo de Jorín, Jorín hijo de Matat, Matat hijo de Leví,[30]Leví hijo de Simeón, Simeón hijo de Judá, Judá hijo de José, José hijo de Joná, Joná hijo de Eliacín,[31]Eliacín hijo de Meleá, Meleá hijo de Mená, Mená hijo de Matatá, Matatá hijo de Natán, Natán hijo de David,[32]David hijo de Jesé, Jesé hijo de Jobed, Jobed hijo de Booz, Booz hijo de Salá, Salá hijo de Naasón,[33]Naasón hijo de Aminadab, Aminadab hijo de Admín, Admín hijo de Arní, Arní hijo de Esrón, Esrón hijo de Fares, Fares hijo de Judá,[34]Judá hijo de Jacob, Jacob hijo de Isaac, Isaac hijo de Abrahán, Abrahán hijo de Tara, Tara hijo de Nacor,[35]Nacor hijo de Saruc, Saruc hijo de Ragau, Ragau hijo de Fálec, Fálec hijo de Eber, Eber hijo de Salá,[36]Salá hijo de Cainán, Cainán hijo de Arfaxad, Arfaxad hijo de Sem, Sem hijo de Noé, Noé hijo de Lamec,[37]Lamec hijo de Matusalén, Matusalén hijo de Henoc, Henoc hijo de Jarec, Jarec hijo de Maleel, Maleel hijo de Cainán,[38]Cainán hijo de Enós, Enós hijo de Set, Set hijo de Adán, Adán hijo de Dios.
Lucas, capítulo 4
[1]Jesús, lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu al desierto,[2]durante cuarenta días, mientras el Diablo lo ponía a prueba. En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre.[3]El Diablo le dijo: ---Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.[4]Le respondió Jesús: ---Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.[5]Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo.[6]El Diablo le dijo: ---Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero.[7]Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo.[8]Le replicó Jesús: ---Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.[9]Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo: ---Si eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí,[10]porque está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden[11]y te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.[12]Le respondió Jesús: ---Está dicho: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios.[13]Concluida la prueba, el Diablo se alejó de él hasta otra ocasión.[14]Impulsado por el Espíritu, Jesús volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la comarca.[15]Enseñaba en sus sinagogas, respetado de todos.[16]Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura.[17]Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y dio con el texto que dice:[18]El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos,[19]para proclamar el año de gracia del Señor.[20]Lo cerró, se lo entregó al empleado y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.[21]Él empezó diciéndoles: ---Hoy, en presencia vuestra, se ha cumplido este pasaje de la Escritura.[22]Todos lo aprobaban, y estaban admirados por aquellas palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ---Pero, ¿no es éste el hijo de José?[23]Él les contestó: ---Seguro que me diréis aquel refrán: médico, sánate a ti mismo. Lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún, hazlo aquí, en tu ciudad.[24]Y añadió: ---Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su patria.[25]Ciertamente, os digo que había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en todo el país.[26]A ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta en Sidonia.[27]Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno fue sanado, sino Naamán el sirio.[28]Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron.[29]Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo.[30]Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.[31]Bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente.[32]Estaban asombrados de su enseñanza porque hablaba con autoridad.[33]Había en la sinagoga un hombre poseído por el espíritu de un demonio inmundo, que se puso a gritar:[34]---¿Qué tienes contra nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: ¡el Consagrado de Dios![35]Jesús le increpó diciendo: ---¡Calla y sal de él! El demonio lo arrojó al medio y salió de él sin hacerle daño.[36]Se quedaron todos desconcertados y comentaban entre sí: ---¿Qué significa esto? Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.[37]Su fama se difundió por toda la comarca.[38]Salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Pedro estaba con fiebre muy alta y le suplicaban que hiciera algo por ella.[39]Él se inclinó sobre ella, increpó a la fiebre y se le fue. Inmediatamente se levantó y se puso a servirles.[40]Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos sobre cada uno y los sanaba.[41]De muchos salían demonios gritando: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Él los increpaba y no los dejaba hablar, pues sabían que era el Mesías.[42]Por la mañana salió y se dirigió a un lugar despoblado. La multitud lo anduvo buscando, y cuando lo alcanzaron, lo retenían para que no se fuese.[43]Pero él les dijo: ---También a las demás ciudades tengo que llevarles la Buena Noticia del reinado de Dios, porque para eso he sido enviado.[44]Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Lucas, capítulo 5
[1]La gente se agolpaba junto a él para escuchar la Palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret.[2]Vio dos barcas junto a la orilla, los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes.[3]Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca.[4]Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: ---Boga lago adentro y echa las redes para pescar.[5]Le replicó Simón: ---Maestro, hemos bregado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes.[6]Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes.[7]Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.[8]Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: ---¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador![9]Pues el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado.[10]Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: ---No temas, en adelante serás pescador de hombres.[11]Entonces, atracando las barcas en tierra, lo dejaron todo y le siguieron.[12]Mientras Jesús se encontraba en un pueblo se presentó un leproso; el cual, viendo a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicaba: ---Señor, si quieres, puedes sanarme.[13]Extendió la mano y le tocó, diciendo: ---Lo quiero, queda sano. Al punto se le fue la lepra.[14]Y Jesús le ordenó: ---No se lo digas a nadie. Ve a presentarte al sacerdote y, para que le conste, lleva la ofrenda de tu sanación establecida por Moisés.[15]Su fama se difundía, de suerte que una gran multitud acudía a escucharlo y a sanarse de sus enfermedades.[16]Pero él se retiraba a lugares solitarios a orar.[17]Un día en que estaba enseñando asistían sentados unos fariseos y doctores de la ley que habían acudido de todas las aldeas de Galilea y Judea y también de Jerusalén. Él poseía fuerza del Señor para sanar.[18]Unos hombres, que llevaban en una camilla a un paralítico, intentaban meterlo y colocarlo delante de Jesús.[19]Al no hallar modo de meterlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, por el tejado, lo descolgaron con la camilla poniéndolo en medio, delante de Jesús.[20]Viendo su fe, le dijo: ---Hombre, tus pecados te son perdonados.[21]Los fariseos y los letrados se pusieron a discurrir: ---¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién, fuera de Dios, puede perdonar pecados?[22]Jesús, leyendo sus pensamientos, les respondió: ---¿Por qué pensáis así?[23]¿Qué es más fácil? ¿Decir: se te perdonan los pecados, o decir: levántate y camina?[24]Pues para que sepáis que este Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados --dijo al paralítico--, yo te digo: levántate, carga con tu camilla y vuelve a tu casa.[25]Al instante se levantó delante de todos, cargó con lo que había sido su camilla, y se fue a su casa dando gloria a Dios.[26]El estupor se apoderó de todos y daban gloria a Dios; sobrecogidos decían: ---Hoy hemos visto cosas increíbles.[27]Al salir vio a un recaudador, llamado Leví, sentado junto a la mesa de recaudación de los impuestos. Le dijo: ---Sígueme.[28]Dejándolo todo, se levantó y le siguió.[29]Leví le ofreció un gran banquete en su casa. Había un gran número de recaudadores y otras personas sentados a la mesa con ellos.[30]Los fariseos y letrados murmuraban y preguntaban a los discípulos: ---¿Cómo es que coméis y bebéis con recaudadores y pecadores?[31]Jesús les replicó: ---No tienen necesidad del médico los que tienen buena salud, sino los enfermos.[32]No vine a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.[33]Ellos le dijeron: ---Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen sus oraciones, y lo mismo hacen los discípulos de los fariseos; en cambio los tuyos comen y beben.[34]Jesús les contestó: ---¿Pueden los invitados a la boda hacer ayuno mientras el novio está con ellos?[35]Llegará un día en que les arrebaten el novio, entonces ayunarán.[36]Y les propuso una comparación: ---Nadie rasga un retazo de un manto nuevo para remendar uno viejo. Pues sería arruinar el nuevo, y el remiendo del nuevo no le cae bien al viejo.[37]Nadie echa vino nuevo en odres viejos; pues el vino nuevo reventaría los odres, se derramaría y los odres se echarían a perder.[38]El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.[39]Nadie que ha bebido el vino viejo quiere vino nuevo; pues dice: bueno es el viejo
Lucas, capítulo 2
[1]Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo inscribirse en un censo.[2]Éste fue el primer censo, realizado siendo Quirino gobernador de Siria.[3]Acudían todos a inscribirse, cada uno en su ciudad.[4]José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén --pues pertenecía a la Casa y familia de David--,[5]a inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.[6]Estando ellos allí, le llegó la hora del parto[7]y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada.[8]Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los rebaños a la intemperie.[9]Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos se aterrorizaron.[10]El ángel les dijo: ---No temáis. Mirad, os doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo:[11]Hoy os ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor.[12]Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.[13]Al instante se junto al ángel una multitud del ejército celeste, que alababan a Dios diciendo:[14]---¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres que él ama![15]Cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían: ---Crucemos hacia Belén, a ver lo que ha sucedido y nos ha comunicado el Señor.[16]Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.[17]Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño.[18]Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores.[19]Pero María lo conservaba y meditaba todo en su corazón.[20]Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado.[21]Al octavo día, al tiempo de circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido.[22]Y, cuando llegó el día de su purificación,[23]de acuerdo con la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentárselo al Señor, como manda la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor;[24]y para hacer la ofrenda que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.[25]Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba la liberación de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo.[26]Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor.[27]Movido, por el mismo Espíritu, se dirigió al templo. Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo mandado en la ley,[28]Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:[29]Ahora, Señor, según tu palabra, dejas libre y en paz a tu siervo,[30]porque mis ojos han visto a tu salvador,[31]que has dispuesto ante todos los pueblos[32]como luz revelada a los paganos y como gloria de tu pueblo Israel.[33]El padre y la madre estaban admirados de lo que decía acerca del niño.[34]Simeón los bendijo y dijo a María, la madre: ---Mira, éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida[35]y así quedarán patentes los pensamientos de todos. En cuanto a ti, una espada te atravesará el corazón.[36]Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, casada en su juventud había vivido con su marido siete años,[37]desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos.[38]Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos aguardaban la liberación de Jerusalén.[39]Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.[40]El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y el favor de Dios lo acompañaba.[41]Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén.[42]Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre.[43]Al terminar ésta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran.[44]Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos.[45]Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén.[46]Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.[47]Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas.[48]Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo: ---Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.[49]Él replicó: ---¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?[50]Ellos no entendieron lo que les dijo.[51]Regresó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.[52]Jesús progresaba en [el] saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.
Lucas, capítulo 3
[1]El año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítida, y Lisanio tetrarca de Abilene,[2]bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, la Palabra del Señor se dirigió a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.[3]Juan recorrió toda [la] cuenca del Jordán predicando un bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados,[4]como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos.[5]Todo barranco se rellenará, montes y colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará[6]y verá todo mortal la salvación de Dios.[7]A la multitud que había salido a que la bautizara le decía: ---¡Raza de víboras! ¿Quién os ha enseñado a escapar de la condena que se avecina?[8]Dad frutos válidos de arrepentimiento y no os pongáis a deciros: Nuestro padre es Abrahán; pues yo os digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos para Abrahán.[9]El hacha está ya aplicada a la cepa del árbol: árbol que no produzca frutos buenos será cortado y arrojado al fuego.[10]Entonces le preguntaba la multitud: ---¿Qué debemos hacer?[11]Les respondía: ---El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; otro tanto el que tenga comida.[12]Fueron también algunos recaudadores a bautizarse y le preguntaban: ---Maestro, ¿qué debemos hacer?[13]Él les contestó: ---No exijáis más de lo que está ordenado.[14]También los soldados le preguntaban: ---Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: ---No maltratéis ni denunciéis a nadie y contentaos con vuestra paga.[15]Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías,[16]Juan se dirigió a todos: ---Yo os bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no tengo derecho para soltarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.[17]Ya empuña el bieldo para aventar su era: reunirá el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga.[18]Con otras muchas palabras anunciaba al pueblo la Buena Noticia.[19]El tetrarca Herodes, reprendido por Juan por el asunto de Herodías, su cuñada y por los demás crímenes cometidos,[20]añadió a todos el de encerrar a Juan en la cárcel.[21]Todo el pueblo se bautizaba y también Jesús se bautizó; y mientras oraba, se abrió el cielo,[22]bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma y se escuchó una voz del cielo: ---Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto.[23]Cuando Jesús empezó su ministerio tenía treinta años y pasaba por hijo de José, que era hijo de Elí,[24]Elí hijo de Matat, Matat hijo de Leví, Leví hijo de Melquí, Melquí hijo de Janay, Janay hijo de José,[25]José hijo de Matatías, Matatías hijo de Amós, Amós hijo de Nahún, Nahún hijo de Esli, Esli hijo de Nagay,[26]Nagay hijo de Maat, Maat hijo de Matatías, Matatías hijo de Semeín, Semeín hijo de Josec, Josec hijo de Jodá,[27]Jodá hijo de Joanán, Joanán hijo de Resá, Resá hijo de Zorobabel, Zorobabel hijo de Salatiel, Salatiel hijo de Nerí,[28]Nerí hijo de Melquí, Melquí hijo de Adí, Adí hijo de Cosán, Cosán hijo de Elmadán, Elmadán hijo de Er,[29]Er hijo de Jesús, Jesús hijo de Eliezer, Eliezer hijo de Jorín, Jorín hijo de Matat, Matat hijo de Leví,[30]Leví hijo de Simeón, Simeón hijo de Judá, Judá hijo de José, José hijo de Joná, Joná hijo de Eliacín,[31]Eliacín hijo de Meleá, Meleá hijo de Mená, Mená hijo de Matatá, Matatá hijo de Natán, Natán hijo de David,[32]David hijo de Jesé, Jesé hijo de Jobed, Jobed hijo de Booz, Booz hijo de Salá, Salá hijo de Naasón,[33]Naasón hijo de Aminadab, Aminadab hijo de Admín, Admín hijo de Arní, Arní hijo de Esrón, Esrón hijo de Fares, Fares hijo de Judá,[34]Judá hijo de Jacob, Jacob hijo de Isaac, Isaac hijo de Abrahán, Abrahán hijo de Tara, Tara hijo de Nacor,[35]Nacor hijo de Saruc, Saruc hijo de Ragau, Ragau hijo de Fálec, Fálec hijo de Eber, Eber hijo de Salá,[36]Salá hijo de Cainán, Cainán hijo de Arfaxad, Arfaxad hijo de Sem, Sem hijo de Noé, Noé hijo de Lamec,[37]Lamec hijo de Matusalén, Matusalén hijo de Henoc, Henoc hijo de Jarec, Jarec hijo de Maleel, Maleel hijo de Cainán,[38]Cainán hijo de Enós, Enós hijo de Set, Set hijo de Adán, Adán hijo de Dios.
Lucas, capítulo 4
[1]Jesús, lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu al desierto,[2]durante cuarenta días, mientras el Diablo lo ponía a prueba. En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre.[3]El Diablo le dijo: ---Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.[4]Le respondió Jesús: ---Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.[5]Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo.[6]El Diablo le dijo: ---Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero.[7]Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo.[8]Le replicó Jesús: ---Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.[9]Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo: ---Si eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí,[10]porque está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden[11]y te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.[12]Le respondió Jesús: ---Está dicho: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios.[13]Concluida la prueba, el Diablo se alejó de él hasta otra ocasión.[14]Impulsado por el Espíritu, Jesús volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la comarca.[15]Enseñaba en sus sinagogas, respetado de todos.[16]Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura.[17]Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y dio con el texto que dice:[18]El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos,[19]para proclamar el año de gracia del Señor.[20]Lo cerró, se lo entregó al empleado y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.[21]Él empezó diciéndoles: ---Hoy, en presencia vuestra, se ha cumplido este pasaje de la Escritura.[22]Todos lo aprobaban, y estaban admirados por aquellas palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ---Pero, ¿no es éste el hijo de José?[23]Él les contestó: ---Seguro que me diréis aquel refrán: médico, sánate a ti mismo. Lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún, hazlo aquí, en tu ciudad.[24]Y añadió: ---Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su patria.[25]Ciertamente, os digo que había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en todo el país.[26]A ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta en Sidonia.[27]Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno fue sanado, sino Naamán el sirio.[28]Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron.[29]Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo.[30]Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.[31]Bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente.[32]Estaban asombrados de su enseñanza porque hablaba con autoridad.[33]Había en la sinagoga un hombre poseído por el espíritu de un demonio inmundo, que se puso a gritar:[34]---¿Qué tienes contra nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: ¡el Consagrado de Dios![35]Jesús le increpó diciendo: ---¡Calla y sal de él! El demonio lo arrojó al medio y salió de él sin hacerle daño.[36]Se quedaron todos desconcertados y comentaban entre sí: ---¿Qué significa esto? Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.[37]Su fama se difundió por toda la comarca.[38]Salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Pedro estaba con fiebre muy alta y le suplicaban que hiciera algo por ella.[39]Él se inclinó sobre ella, increpó a la fiebre y se le fue. Inmediatamente se levantó y se puso a servirles.[40]Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos sobre cada uno y los sanaba.[41]De muchos salían demonios gritando: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Él los increpaba y no los dejaba hablar, pues sabían que era el Mesías.[42]Por la mañana salió y se dirigió a un lugar despoblado. La multitud lo anduvo buscando, y cuando lo alcanzaron, lo retenían para que no se fuese.[43]Pero él les dijo: ---También a las demás ciudades tengo que llevarles la Buena Noticia del reinado de Dios, porque para eso he sido enviado.[44]Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Lucas, capítulo 5
[1]La gente se agolpaba junto a él para escuchar la Palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret.[2]Vio dos barcas junto a la orilla, los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes.[3]Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca.[4]Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: ---Boga lago adentro y echa las redes para pescar.[5]Le replicó Simón: ---Maestro, hemos bregado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes.[6]Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes.[7]Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.[8]Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: ---¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador![9]Pues el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado.[10]Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: ---No temas, en adelante serás pescador de hombres.[11]Entonces, atracando las barcas en tierra, lo dejaron todo y le siguieron.[12]Mientras Jesús se encontraba en un pueblo se presentó un leproso; el cual, viendo a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicaba: ---Señor, si quieres, puedes sanarme.[13]Extendió la mano y le tocó, diciendo: ---Lo quiero, queda sano. Al punto se le fue la lepra.[14]Y Jesús le ordenó: ---No se lo digas a nadie. Ve a presentarte al sacerdote y, para que le conste, lleva la ofrenda de tu sanación establecida por Moisés.[15]Su fama se difundía, de suerte que una gran multitud acudía a escucharlo y a sanarse de sus enfermedades.[16]Pero él se retiraba a lugares solitarios a orar.[17]Un día en que estaba enseñando asistían sentados unos fariseos y doctores de la ley que habían acudido de todas las aldeas de Galilea y Judea y también de Jerusalén. Él poseía fuerza del Señor para sanar.[18]Unos hombres, que llevaban en una camilla a un paralítico, intentaban meterlo y colocarlo delante de Jesús.[19]Al no hallar modo de meterlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, por el tejado, lo descolgaron con la camilla poniéndolo en medio, delante de Jesús.[20]Viendo su fe, le dijo: ---Hombre, tus pecados te son perdonados.[21]Los fariseos y los letrados se pusieron a discurrir: ---¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién, fuera de Dios, puede perdonar pecados?[22]Jesús, leyendo sus pensamientos, les respondió: ---¿Por qué pensáis así?[23]¿Qué es más fácil? ¿Decir: se te perdonan los pecados, o decir: levántate y camina?[24]Pues para que sepáis que este Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados --dijo al paralítico--, yo te digo: levántate, carga con tu camilla y vuelve a tu casa.[25]Al instante se levantó delante de todos, cargó con lo que había sido su camilla, y se fue a su casa dando gloria a Dios.[26]El estupor se apoderó de todos y daban gloria a Dios; sobrecogidos decían: ---Hoy hemos visto cosas increíbles.[27]Al salir vio a un recaudador, llamado Leví, sentado junto a la mesa de recaudación de los impuestos. Le dijo: ---Sígueme.[28]Dejándolo todo, se levantó y le siguió.[29]Leví le ofreció un gran banquete en su casa. Había un gran número de recaudadores y otras personas sentados a la mesa con ellos.[30]Los fariseos y letrados murmuraban y preguntaban a los discípulos: ---¿Cómo es que coméis y bebéis con recaudadores y pecadores?[31]Jesús les replicó: ---No tienen necesidad del médico los que tienen buena salud, sino los enfermos.[32]No vine a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.[33]Ellos le dijeron: ---Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen sus oraciones, y lo mismo hacen los discípulos de los fariseos; en cambio los tuyos comen y beben.[34]Jesús les contestó: ---¿Pueden los invitados a la boda hacer ayuno mientras el novio está con ellos?[35]Llegará un día en que les arrebaten el novio, entonces ayunarán.[36]Y les propuso una comparación: ---Nadie rasga un retazo de un manto nuevo para remendar uno viejo. Pues sería arruinar el nuevo, y el remiendo del nuevo no le cae bien al viejo.[37]Nadie echa vino nuevo en odres viejos; pues el vino nuevo reventaría los odres, se derramaría y los odres se echarían a perder.[38]El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.[39]Nadie que ha bebido el vino viejo quiere vino nuevo; pues dice: bueno es el viejo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)