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viernes, 5 de marzo de 2010

Aqui os dejo algunos pasajes de la biblia

[1]Puesto que muchos emprendieron la tarea de relatar los sucesos que nos han acontecido,[2]tal como nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales y servidores de la Palabra,[3]también yo he pensado, ilustre Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio;[4]así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido.[5]En tiempo de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías; su mujer era descendiente de Aarón y se llamaba Isabel.[6]Los dos eran rectos a juicio de Dios y procedían sin falta, de acuerdo con los mandatos y preceptos del Señor.[7]No tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos de edad avanzada.[8]Una vez que, con los de su grupo, oficiaba ante Dios,[9]según el ritual sacerdotal, le tocó entrar en el santuario para ofrecer incienso.[10]Mientras todo el pueblo quedaba fuera orando durante la ofrenda del incienso,[11]se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso.[12]Al verlo, Zacarías se asustó y quedó desconcertado.[13]El ángel le dijo: ---No temas, Zacarías, que tu petición ha sido escuchada, y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien llamarás Juan.[14]Te llenará de gozo y alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento.[15]Será grande a juicio del Señor; no beberá vino ni licor. Estará lleno de Espíritu Santo desde el vientre materno[16]y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios.[17]Irá por delante, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos, a los rebeldes con el sentir de los honrados; así preparará para el Señor un pueblo bien dispuesto.[18]Zacarías respondió al ángel: ---¿Qué garantía me das de eso? Pues yo soy anciano y mi mujer de edad avanzada.[19]Le replicó el ángel: ---Yo soy Gabriel, que sirvo a Dios en su presencia: me ha enviado a hablarte, a darte esta Buena Noticia.[20]Pero mira, quedarás mudo y sin poder hablar hasta que eso se cumpla, por no haber creído mis palabras que se cumplirán a su debido tiempo.[21]El pueblo aguardaba a Zacarías y se extrañaba de que se demorase en el santuario.[22]Cuando salió, no podía hablar, y ellos adivinaron que había tenido una visión en el santuario. Él les hacía señas y seguía mudo.[23]Cuando terminó el tiempo de su servicio, volvió a casa.[24]Algún tiempo después concibió Isabel su mujer, y se quedó escondida cinco meses, en ese tiempo pensaba:[25]---Así me ha tratado el Señor cuando dispuso remover mi humillación pública.[26]El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,[27]a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María.[28]Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: ---Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.[29]Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquél.[30]El ángel le dijo: ---No temas, María, que gozas del favor de Dios.[31]Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.[32]Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,[33]para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin.[34]María respondió al ángel: ---¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón?[35]El ángel le respondió: ---El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios.[36]Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses.[37]Pues nada es imposible para Dios.[38]Respondió María: ---Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue.[39]Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea.[40]Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.[41]Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo,[42]exclamó con voz fuerte: ---Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.[43]¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?[44]Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre.[45]¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció.[46]María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor,[47]mi espíritu festeja a Dios mi salvador,[48]porque se ha fijado en la humildad de su esclava y en adelante me felicitarán todas las generaciones.[49]Porque el Poderoso ha hecho proezas, su nombre es sagrado.[50]Su misericordia con sus fieles continúa de generación en generación.[51]Su poder se ejerce con su brazo, desbarata a los soberbios en sus planes,[52]derriba del trono a los potentados y ensalza a los humildes,[53]colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos.[54]Socorre a Israel, su siervo, recordando la lealtad,[55]prometida a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y su linaje por siempre.[56]María se quedó con ella tres meses y después se volvió a casa.[57]Cuando a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, dio a luz un hijo.[58]Los vecinos y parientes, al enterarse de que el Señor la había tratado con tanta misericordia, se congratulaban con ella.[59]Al octavo día fueron a circuncidarlo y lo llamaban como a su padre, Zacarías.[60]Pero la madre intervino: ---No; se tiene que llamar Juan.[61]Le decían que nadie en la parentela llevaba ese nombre.[62]Preguntaron por señas al padre qué nombre quería darle.[63]Pidió una tablilla y escribió: ---Su nombre es Juan. Todos se asombraron.[64]Al punto se le soltó la boca y la lengua y se puso a hablar bendiciendo a Dios.[65]Toda la vecindad quedó sobrecogida; lo sucedido se contó por toda la serranía de Judea[66]y los que lo oían reflexionaban diciéndose: ---¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor lo acompañaba.[67]Su padre Zacarías, lleno de Espíritu Santo, profetizó:[68]Bendito el Señor, Dios de Israel, porque se ha ocupado de rescatar a su pueblo.[69]Nos ha suscitado una eminencia salvadora en la Casa de David, su siervo,[70]como había prometido desde antiguo por boca de sus santos profetas:[71]salvación de nuestros enemigos, del poder de cuantos nos odian,[72]tratando con lealtad a nuestros padres y recordando su alianza sagrada,[73]lo que juró a nuestro padre Abrahán, que nos concedería,[74]ya liberados del poder enemigo, servirle sin temor en su presencia,[75]con santidad y justicia toda la vida.[76]Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque caminarás delante del Señor, preparándole el camino;[77]anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de los pecados.[78]Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará desde lo alto un amanecer[79]que ilumina a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte, que endereza nuestros pasos por un camino de paz.[80]El niño crecía, se fortalecía espiritualmente y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó a Israel.

Lucas, capítulo 2
[1]Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo inscribirse en un censo.[2]Éste fue el primer censo, realizado siendo Quirino gobernador de Siria.[3]Acudían todos a inscribirse, cada uno en su ciudad.[4]José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén --pues pertenecía a la Casa y familia de David--,[5]a inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.[6]Estando ellos allí, le llegó la hora del parto[7]y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada.[8]Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los rebaños a la intemperie.[9]Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos se aterrorizaron.[10]El ángel les dijo: ---No temáis. Mirad, os doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo:[11]Hoy os ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor.[12]Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.[13]Al instante se junto al ángel una multitud del ejército celeste, que alababan a Dios diciendo:[14]---¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres que él ama![15]Cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían: ---Crucemos hacia Belén, a ver lo que ha sucedido y nos ha comunicado el Señor.[16]Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.[17]Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño.[18]Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores.[19]Pero María lo conservaba y meditaba todo en su corazón.[20]Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado.[21]Al octavo día, al tiempo de circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido.[22]Y, cuando llegó el día de su purificación,[23]de acuerdo con la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentárselo al Señor, como manda la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor;[24]y para hacer la ofrenda que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.[25]Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba la liberación de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo.[26]Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor.[27]Movido, por el mismo Espíritu, se dirigió al templo. Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo mandado en la ley,[28]Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:[29]Ahora, Señor, según tu palabra, dejas libre y en paz a tu siervo,[30]porque mis ojos han visto a tu salvador,[31]que has dispuesto ante todos los pueblos[32]como luz revelada a los paganos y como gloria de tu pueblo Israel.[33]El padre y la madre estaban admirados de lo que decía acerca del niño.[34]Simeón los bendijo y dijo a María, la madre: ---Mira, éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida[35]y así quedarán patentes los pensamientos de todos. En cuanto a ti, una espada te atravesará el corazón.[36]Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, casada en su juventud había vivido con su marido siete años,[37]desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos.[38]Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos aguardaban la liberación de Jerusalén.[39]Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.[40]El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y el favor de Dios lo acompañaba.[41]Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén.[42]Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre.[43]Al terminar ésta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran.[44]Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos.[45]Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén.[46]Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.[47]Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas.[48]Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo: ---Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.[49]Él replicó: ---¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?[50]Ellos no entendieron lo que les dijo.[51]Regresó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.[52]Jesús progresaba en [el] saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.


Lucas, capítulo 3
[1]El año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítida, y Lisanio tetrarca de Abilene,[2]bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, la Palabra del Señor se dirigió a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.[3]Juan recorrió toda [la] cuenca del Jordán predicando un bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados,[4]como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos.[5]Todo barranco se rellenará, montes y colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará[6]y verá todo mortal la salvación de Dios.[7]A la multitud que había salido a que la bautizara le decía: ---¡Raza de víboras! ¿Quién os ha enseñado a escapar de la condena que se avecina?[8]Dad frutos válidos de arrepentimiento y no os pongáis a deciros: Nuestro padre es Abrahán; pues yo os digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos para Abrahán.[9]El hacha está ya aplicada a la cepa del árbol: árbol que no produzca frutos buenos será cortado y arrojado al fuego.[10]Entonces le preguntaba la multitud: ---¿Qué debemos hacer?[11]Les respondía: ---El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; otro tanto el que tenga comida.[12]Fueron también algunos recaudadores a bautizarse y le preguntaban: ---Maestro, ¿qué debemos hacer?[13]Él les contestó: ---No exijáis más de lo que está ordenado.[14]También los soldados le preguntaban: ---Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: ---No maltratéis ni denunciéis a nadie y contentaos con vuestra paga.[15]Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías,[16]Juan se dirigió a todos: ---Yo os bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no tengo derecho para soltarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.[17]Ya empuña el bieldo para aventar su era: reunirá el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga.[18]Con otras muchas palabras anunciaba al pueblo la Buena Noticia.[19]El tetrarca Herodes, reprendido por Juan por el asunto de Herodías, su cuñada y por los demás crímenes cometidos,[20]añadió a todos el de encerrar a Juan en la cárcel.[21]Todo el pueblo se bautizaba y también Jesús se bautizó; y mientras oraba, se abrió el cielo,[22]bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma y se escuchó una voz del cielo: ---Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto.[23]Cuando Jesús empezó su ministerio tenía treinta años y pasaba por hijo de José, que era hijo de Elí,[24]Elí hijo de Matat, Matat hijo de Leví, Leví hijo de Melquí, Melquí hijo de Janay, Janay hijo de José,[25]José hijo de Matatías, Matatías hijo de Amós, Amós hijo de Nahún, Nahún hijo de Esli, Esli hijo de Nagay,[26]Nagay hijo de Maat, Maat hijo de Matatías, Matatías hijo de Semeín, Semeín hijo de Josec, Josec hijo de Jodá,[27]Jodá hijo de Joanán, Joanán hijo de Resá, Resá hijo de Zorobabel, Zorobabel hijo de Salatiel, Salatiel hijo de Nerí,[28]Nerí hijo de Melquí, Melquí hijo de Adí, Adí hijo de Cosán, Cosán hijo de Elmadán, Elmadán hijo de Er,[29]Er hijo de Jesús, Jesús hijo de Eliezer, Eliezer hijo de Jorín, Jorín hijo de Matat, Matat hijo de Leví,[30]Leví hijo de Simeón, Simeón hijo de Judá, Judá hijo de José, José hijo de Joná, Joná hijo de Eliacín,[31]Eliacín hijo de Meleá, Meleá hijo de Mená, Mená hijo de Matatá, Matatá hijo de Natán, Natán hijo de David,[32]David hijo de Jesé, Jesé hijo de Jobed, Jobed hijo de Booz, Booz hijo de Salá, Salá hijo de Naasón,[33]Naasón hijo de Aminadab, Aminadab hijo de Admín, Admín hijo de Arní, Arní hijo de Esrón, Esrón hijo de Fares, Fares hijo de Judá,[34]Judá hijo de Jacob, Jacob hijo de Isaac, Isaac hijo de Abrahán, Abrahán hijo de Tara, Tara hijo de Nacor,[35]Nacor hijo de Saruc, Saruc hijo de Ragau, Ragau hijo de Fálec, Fálec hijo de Eber, Eber hijo de Salá,[36]Salá hijo de Cainán, Cainán hijo de Arfaxad, Arfaxad hijo de Sem, Sem hijo de Noé, Noé hijo de Lamec,[37]Lamec hijo de Matusalén, Matusalén hijo de Henoc, Henoc hijo de Jarec, Jarec hijo de Maleel, Maleel hijo de Cainán,[38]Cainán hijo de Enós, Enós hijo de Set, Set hijo de Adán, Adán hijo de Dios.


Lucas, capítulo 4
[1]Jesús, lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu al desierto,[2]durante cuarenta días, mientras el Diablo lo ponía a prueba. En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre.[3]El Diablo le dijo: ---Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.[4]Le respondió Jesús: ---Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.[5]Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo.[6]El Diablo le dijo: ---Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero.[7]Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo.[8]Le replicó Jesús: ---Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.[9]Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo: ---Si eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí,[10]porque está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden[11]y te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.[12]Le respondió Jesús: ---Está dicho: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios.[13]Concluida la prueba, el Diablo se alejó de él hasta otra ocasión.[14]Impulsado por el Espíritu, Jesús volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la comarca.[15]Enseñaba en sus sinagogas, respetado de todos.[16]Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura.[17]Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y dio con el texto que dice:[18]El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos,[19]para proclamar el año de gracia del Señor.[20]Lo cerró, se lo entregó al empleado y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.[21]Él empezó diciéndoles: ---Hoy, en presencia vuestra, se ha cumplido este pasaje de la Escritura.[22]Todos lo aprobaban, y estaban admirados por aquellas palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ---Pero, ¿no es éste el hijo de José?[23]Él les contestó: ---Seguro que me diréis aquel refrán: médico, sánate a ti mismo. Lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún, hazlo aquí, en tu ciudad.[24]Y añadió: ---Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su patria.[25]Ciertamente, os digo que había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en todo el país.[26]A ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta en Sidonia.[27]Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno fue sanado, sino Naamán el sirio.[28]Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron.[29]Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo.[30]Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.[31]Bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente.[32]Estaban asombrados de su enseñanza porque hablaba con autoridad.[33]Había en la sinagoga un hombre poseído por el espíritu de un demonio inmundo, que se puso a gritar:[34]---¿Qué tienes contra nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: ¡el Consagrado de Dios![35]Jesús le increpó diciendo: ---¡Calla y sal de él! El demonio lo arrojó al medio y salió de él sin hacerle daño.[36]Se quedaron todos desconcertados y comentaban entre sí: ---¿Qué significa esto? Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.[37]Su fama se difundió por toda la comarca.[38]Salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Pedro estaba con fiebre muy alta y le suplicaban que hiciera algo por ella.[39]Él se inclinó sobre ella, increpó a la fiebre y se le fue. Inmediatamente se levantó y se puso a servirles.[40]Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos sobre cada uno y los sanaba.[41]De muchos salían demonios gritando: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Él los increpaba y no los dejaba hablar, pues sabían que era el Mesías.[42]Por la mañana salió y se dirigió a un lugar despoblado. La multitud lo anduvo buscando, y cuando lo alcanzaron, lo retenían para que no se fuese.[43]Pero él les dijo: ---También a las demás ciudades tengo que llevarles la Buena Noticia del reinado de Dios, porque para eso he sido enviado.[44]Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Lucas, capítulo 5
[1]La gente se agolpaba junto a él para escuchar la Palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret.[2]Vio dos barcas junto a la orilla, los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes.[3]Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca.[4]Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: ---Boga lago adentro y echa las redes para pescar.[5]Le replicó Simón: ---Maestro, hemos bregado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes.[6]Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes.[7]Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.[8]Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: ---¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador![9]Pues el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado.[10]Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: ---No temas, en adelante serás pescador de hombres.[11]Entonces, atracando las barcas en tierra, lo dejaron todo y le siguieron.[12]Mientras Jesús se encontraba en un pueblo se presentó un leproso; el cual, viendo a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicaba: ---Señor, si quieres, puedes sanarme.[13]Extendió la mano y le tocó, diciendo: ---Lo quiero, queda sano. Al punto se le fue la lepra.[14]Y Jesús le ordenó: ---No se lo digas a nadie. Ve a presentarte al sacerdote y, para que le conste, lleva la ofrenda de tu sanación establecida por Moisés.[15]Su fama se difundía, de suerte que una gran multitud acudía a escucharlo y a sanarse de sus enfermedades.[16]Pero él se retiraba a lugares solitarios a orar.[17]Un día en que estaba enseñando asistían sentados unos fariseos y doctores de la ley que habían acudido de todas las aldeas de Galilea y Judea y también de Jerusalén. Él poseía fuerza del Señor para sanar.[18]Unos hombres, que llevaban en una camilla a un paralítico, intentaban meterlo y colocarlo delante de Jesús.[19]Al no hallar modo de meterlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, por el tejado, lo descolgaron con la camilla poniéndolo en medio, delante de Jesús.[20]Viendo su fe, le dijo: ---Hombre, tus pecados te son perdonados.[21]Los fariseos y los letrados se pusieron a discurrir: ---¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién, fuera de Dios, puede perdonar pecados?[22]Jesús, leyendo sus pensamientos, les respondió: ---¿Por qué pensáis así?[23]¿Qué es más fácil? ¿Decir: se te perdonan los pecados, o decir: levántate y camina?[24]Pues para que sepáis que este Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados --dijo al paralítico--, yo te digo: levántate, carga con tu camilla y vuelve a tu casa.[25]Al instante se levantó delante de todos, cargó con lo que había sido su camilla, y se fue a su casa dando gloria a Dios.[26]El estupor se apoderó de todos y daban gloria a Dios; sobrecogidos decían: ---Hoy hemos visto cosas increíbles.[27]Al salir vio a un recaudador, llamado Leví, sentado junto a la mesa de recaudación de los impuestos. Le dijo: ---Sígueme.[28]Dejándolo todo, se levantó y le siguió.[29]Leví le ofreció un gran banquete en su casa. Había un gran número de recaudadores y otras personas sentados a la mesa con ellos.[30]Los fariseos y letrados murmuraban y preguntaban a los discípulos: ---¿Cómo es que coméis y bebéis con recaudadores y pecadores?[31]Jesús les replicó: ---No tienen necesidad del médico los que tienen buena salud, sino los enfermos.[32]No vine a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.[33]Ellos le dijeron: ---Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen sus oraciones, y lo mismo hacen los discípulos de los fariseos; en cambio los tuyos comen y beben.[34]Jesús les contestó: ---¿Pueden los invitados a la boda hacer ayuno mientras el novio está con ellos?[35]Llegará un día en que les arrebaten el novio, entonces ayunarán.[36]Y les propuso una comparación: ---Nadie rasga un retazo de un manto nuevo para remendar uno viejo. Pues sería arruinar el nuevo, y el remiendo del nuevo no le cae bien al viejo.[37]Nadie echa vino nuevo en odres viejos; pues el vino nuevo reventaría los odres, se derramaría y los odres se echarían a perder.[38]El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.[39]Nadie que ha bebido el vino viejo quiere vino nuevo; pues dice: bueno es el viejo

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